Café amargo

cafe amargoPonme otro café. Sin azúcar. Amargo, como la vida misma. Amargo como mi trabajo, como mi mierda de trabajo. Amargo como mi pareja. Amargo como mis hijos. Amargo como la cerveza que necesito tomarme antes de llegar a casa. Amargo como la amarga sensación de que a todo el mundo le va mejor que a mí.

Con tanta amargura nos focalizamos en buscar chivos expiatorios de nuestro mal humor y nos enfadamos por cualquier cosa. Nos enfada el sol, nos enfada la lluvia y nos enfada el tiempo en general. Nos enfada si el jefe cuenta con nosotros o si no cuenta, si nos da más trabajo o si no nos lo da para no sobrecargarnos.

Con tal sobredosis de amargura nos volvemos más intolerantes y más sensibles y nos molesta todo. Nos molesta nuestra pareja, los niños, el perro, el tráfico y la vida. Pero cómo no va a molestarnos si incluso nos molestamos nosotros mismos. Continuar leyendo «Café amargo»

Pandemia de resignación

58. pandemia resignacionCorremos un grave peligro. Lo peor que nos puede pasar no es la gripe, ni el terrorismo, ni el paro ni tan solo un mal gobierno. Lo peor que nos puede pasar, lo que nos está destruyendo, lo que nos está haciendo infelices es la pandemia de resignación que estamos sufriendo.

La resignación es terrible, fatal, nociva y destructiva. No te resignes. Hazme caso. Haz lo que quieras menos resignarte. No te resignes, ya que si lo haces estarás dejando que otras personas, que el azar o el destino gobiernen tu vida. Continuar leyendo «Pandemia de resignación»

Pobreza energética, pobreza de espíritu

pobrezaHe estado unos días sin calefacción debido a una avería en el depósito de gas. Durante estos cinco días, la casa ha estado entre 10 y 15 grados. Durante estos cinco días he podido sentir cada día, varias veces al día, el frío y sus consecuencias. El frío me ha obstaculizado seguir con mi rutina habitual, me ha dificultado trabajar y me ha impedido descansar. Como consecuencia he estado de más mal humor, más intolerante, más agobiado, menos creativo, menos receptivo y menos sociable.

Durante una semana he vivido por debajo del umbral de pobreza energética. He experimentado lo mismo que están viviendo miles de personas, muchos de ellos niños, ancianos o personas enfermas. Al igual que ellos, cada noche me encontraba una cama helada, por la mañana tenía que cambiarme de ropa corriendo, tenía que calentarme las manos para poder seguir tecleando, nunca llevaba menos de cuatro capas de ropa y tenía que ocultar mi tristeza, rabia e impotencia cuando los niños se quejaban del frío.

En todas y cada una de estas situaciones no podía evitar pensar en las personas que no pueden pagar la calefacción, en las personas que sufren de pobreza energética. Ahora que ya se ha solucionado la avería, sigo sin poder evitar pensar en todas aquellas personas para las que el frío no terminará hasta bien entrada la primavera. Cada noche, al entrar en una cama confortable y cálida, no puedo evitar pensar en las personas que seguirán pasando frío. Y me cuesta conciliar el sueño. Continuar leyendo «Pobreza energética, pobreza de espíritu»

La ley Botella

botellaMientras preparo una charla sobre gestión del riesgo intento buscar ejemplos actuales que ilustren las consecuencias de asumir un riesgo innecesario. Al analizar los motivos por los que nos equivocamos me doy cuenta de que en muchas ocasiones sobrevaloramos nuestras propias capacidades. El exceso de confianza provoca que nos precipitemos asumiendo riesgos evitables y que realicemos análisis parciales, incompletos, poco fiables y de escasa validez.

En otras ocasiones erramos infravalorando la probabilidad de ocurrencia de los riesgos temidos. En definitiva lo que estamos haciendo es distorsionar la realidad adaptándola a nuestros deseos y objetivos.

Si repasamos la actualidad encontraremos numerosos ejemplos que confirman lo que las teorías psicológicas nos proponen, como en los casos de corrupción destapados últimamente o en el proceder de la banca en lo referente a gestión de préstamos y preferentes.

Continuar leyendo «La ley Botella»