Querido Miguel, explora en paz

108. querido miguelQuerido Miguel me enseñaste a ser curioso. A día de hoy, con mis 42 años, soy capaz de estar reposando en un prado después de una excursión y levantarme excitado para ir a explorar lo que parece una cueva allá en lo lejos, en la ladera de otra montaña, de sacar una guía de observación de rapaces para identificar lo que parece un quebrantahuesos en pleno vuelo o de buscar información sobre un concepto nuevo o desconocido por mi. Cuando escribí Fortaleza Emocional, tenía claro que una de las fortalezas emocionales era la curiosidad, de la misma manera que tenía claro que si yo era tan curioso era gracias a ti.

Querido maestro me enseñaste a explorar lo desconocido, pero también a explorar lo conocido. ¡Tenemos tanto por explorar! Cada día tenemos muchas cosas por explorar, pero para poder conseguirlo necesitamos adoptar la actitud de un explorador inquieto que desea profundizar en su conocimiento del mundo y de las personas. Todo es bello y estimulante si tienes la mirada de un explorador. Continuar leyendo «Querido Miguel, explora en paz»

La culpa no es de Podemos

101. la culpa no es de podemosLa culpa no es de Podemos. Tampoco de Pedro Sánchez, ni de Albert Rivera ni de Mariano Rajoy. Quizás creas que la culpa es de los Catalanes, de Ada Colau o de Puigdemont. Tampoco, vas errado. ¡Ya sé! La culpa es de los cofrades. ¡Pues tampoco! ¿Del ejército? Nada de nada.

La culpa es nuestra. Solo nuestra. Sí nuestra. ¿Qué quienes somos nosotros? Pues nosotros. Todos nosotros. Tú y yo y todas y cada una de las personas que conoces tú y que conozco yo. Creemos que la culpa de lo que nos ocurre es de otra persona, diluimos nuestra responsabilidad y dejamos de esforzarnos esperando que pase algo o que alguien haga algo. Nada nuevo bajo el sol. A principios del siglo pasado Ringelmann bautizó lo que acabo de describir como holgazanería social. Continuar leyendo «La culpa no es de Podemos»

Café amargo

cafe amargoPonme otro café. Sin azúcar. Amargo, como la vida misma. Amargo como mi trabajo, como mi mierda de trabajo. Amargo como mi pareja. Amargo como mis hijos. Amargo como la cerveza que necesito tomarme antes de llegar a casa. Amargo como la amarga sensación de que a todo el mundo le va mejor que a mí.

Con tanta amargura nos focalizamos en buscar chivos expiatorios de nuestro mal humor y nos enfadamos por cualquier cosa. Nos enfada el sol, nos enfada la lluvia y nos enfada el tiempo en general. Nos enfada si el jefe cuenta con nosotros o si no cuenta, si nos da más trabajo o si no nos lo da para no sobrecargarnos.

Con tal sobredosis de amargura nos volvemos más intolerantes y más sensibles y nos molesta todo. Nos molesta nuestra pareja, los niños, el perro, el tráfico y la vida. Pero cómo no va a molestarnos si incluso nos molestamos nosotros mismos. Continuar leyendo «Café amargo»

Educando contra el terrorismo

terrorismoPodemos educar para la prosocialidad en vez de para el odio y en la base de todo ello hay una concepción de la vida. Fomentamos la competición sin saber que es el origen de gran parte de los males que padecemos. La fomentamos en la familia, en el colegio y en el trabajo… Continuamente, constantemente, indiscriminadamente…

Cuando competimos uno gana y el resto pierde. Pero claro, para poder infundir la semilla de la competición en un niño primero tenemos que hacerle creer que ganar es lo más guay del mundo y que cuando ganas flipas mogollón y que el ganador siempre es más que los demás… Expectativas, todas ellas, irreales, sobrevaloradas y parciales. Continuar leyendo «Educando contra el terrorismo»