No te escandalices, no pongas esa cara, tu también podrías ser un perfecto corrupto. ¿Coges folios de la oficina? ¿Pagas la gasolina de tu coche particular con la tarjeta de empresa? ¿Te dejas hacer regalos por proveedores de tu empresa?
He de admitir que no es un tema muy estudiado por la psicología ya que estamos ocupados estudiando otras cosas, pero algo sabemos sobre los motivos que llevan a una persona a cometer un delito. No obstante, si algún colega desea profundizar en este campo siempre puede venir a España donde encontrará material fresco y variado.
¿Qué conduce a una persona a ser corrupta?
En primer lugar disponer de una justificación para lo que está haciendo. No te vayas a creer que hace falta que sea muy elaborada, con un simple ‘todo el mundo lo hace’ ya basta. Si bien es cierto que siempre podremos justificar todo lo que deseemos, en realidad, quien tiene una justificación tiene la puerta abierta para obrar sin culpa, vergüenza o remordimientos. Además del ‘no voy a ser el único tonto’ podemos encontrar otras explicaciones más elaboradas como por ejemplo ‘no pasa nada’, ‘me lo merezco’, ‘tan solo estoy compensando mi trabajo con especies’ o el archiutilizado ‘el jefe es el primero que lo hace’.
Una vez que dispones de una justificación liberadora tan solo tienes que aprovechar la oportunidad; es decir, si eres ligero de consciencia, de fácil justificación y además oportunista, tienes muchos números de engrosar las listas de los mayores defraudadores, corruptos y aprovechados del reino.
Finalmente hay un tercer factor que determinará tu modo de hacer corrupto: la valoración del riesgo: si robas unos folios, luego unos bolis y luego pagas con la visa de empresa algunos gastos particulares; estarás escalando en la pirámide de riesgo hasta que valores que estás asumiendo mucho riesgo por los beneficios que estás obteniendo. El problema es que el corrupto se conoce impune, o por lo menos, sabe como hacer para asegurarse su impunidad repartiendo el riesgo que asume con otros cómplices.
Perdón, me olvidaba de una cosa más, el acceso a los bienes corruptibles y deseados. Si tienes acceso a unos folios y eres de valores dudosos, te los llevaras a casa; pero no dudes de que si tuvieras acceso a otros bienes materiales, poder, reconocimiento, dinero, favores o fama, no lo dudes, te apropiarías de ello como si de unos simples folios se tratase.
La próxima vez que te lleves bolis de la oficina, recuerda que lo único que te diferencia de los ladrones, prevaricadores y corruptos que criticas es tan solo el acceso a un bien más preciado y la sensación de correr un riesgo menor; o en otras palabras; que no tienes nada mejor que llevarte a casa.