Tú eres tu peor problema. Créeme. Tu peor problema no es ni la corrupción, ni el tráfico de influencias, ni los problemas de los famosos, ni si Catalunya será independiente o no. La crisis tampoco es un problema para ti, ni si tienes el último móvil o la última tablet o si Felipe VI será un buen rey o no.
Tampoco es un problema si te has engordado o adelgazado, si eres de las ‘pocas personas’ que todavía no ha completado un triatlón o una maratón, si tienes pareja o si no tienes pareja, si disfrutas en tu trabajo o no, si todavía no has llegado a ser presidente o consejero delegado o los retrasos continuos de los trenes de cercanías.
No quiero menospreciar el impacto que tienen este tipo de problemas, por supuesto, pero tienes que saber que tu peor problema es que te quedes instaurado en la queja en vez de pasar a la acción. Si, tu peor problema es tu actitud, la actitud con la que vives, porque ella dictará como te relacionas con el mundo.Tu peor problema reside en cómo interpretas lo que te sucede, en qué significado otorgas a lo que te va ocurriendo en la vida. ¿Eres capaz de analizar y contextualizar lo que te ocurre? ¿Cómo vives tus experiencias? ¿Qué significado tiene lo que te pasa alrededor? ¿Sabes relativizar lo que te ocurre? ¿Puedes discriminar lo importante de lo accesorio?
Tu peor problema son las intenciones que supones a las personas que te rodean. ¿Lo hacen por fastidiarte? ¿Por envidia? Es más ¿Lo que hacen tiene alguna relación contigo? ¿Quizás creas que eres el centro del mundo cuando en realidad no existe ninguna relación entre lo que han hecho y tú?
Los esquemas que tienes sobre la vida pueden ser erróneos. Cuestiónate tus principios y grandes afirmaciones. No hemos venido aquí a sufrir. Puedes disfrutar de tu trabajo. Puedes buscar activamente un trabajo que te ilusione. No tienes porque hipotecarte tu vida. Puedes ver y conocer el mundo. Puedes vivir mejor y más feliz. Puedes escoger tu camino libremente. Incluso, que osadía, puedes plantearte una vida distinta ahora mismo, en este justo momento, antes de que desaparezca el impulso de estas reflexiones.
Tus creencias sobre ti mismo te limitan. Si son demasiado bajas te limitarás a compadecerte a ti mismo y a ir pasando por la vida con más pena que gloria. Sin son demasiado altas te irás estrellando continuamente y echando las culpas de tu fracaso a otras personas o a las circunstancias, sin aprender nada de la experiencia.
Tus expectativas marcan y guían tu camino. Valora si son ajustadas o irreales. Valora si te ayudan a crecer o te sumen en un letargo agridulce esperando que te toque la lotería, que des un pelotazo o que aparezca un príncipe azul o una princesa en un coche deportivo.
Lo importante no es lo que te pasa, sino cómo interpretas lo que te pasa. Mezclas la realidad con el deseo y crees que es más probable que ocurra lo que deseas que ocurra; mezclas la realidad con el miedo y, como un fantasma, te persigue y te limita.
Créeme, tú eres tu peor problema. Asúmelo, este es el punto de partida para la darle la vuelta a tu vida.