Mientras tomo un café no puedo evitar escuchar furtivamente una conversación en la mesa de al lado sobre un video en el que una adolescente propina una paliza a otra joven. Aparento estar concentrado leyendo el diario, pero en realidad estoy absorbido completamente por el fascinante debate surgido a partir de la noticia.
‘Debe ser una chica de una familia desestructurada’, dice una de las interlocutoras. Es posible, pienso yo intentando no participar de la conversación; de hecho suele haber una aparente correlación entre adolescentes conflictivos y familias desestructuradas. Digo aparente porque en mi opinión, la correlación se da entre adolescentes conflictivos y el abandono, el maltrato, el chantaje emocional, la presión, la manipulación o el estrés que sufren independientemente de que procedan de una familia desestructurada, estructurada o aparentemente estructurada.
‘Yo espero que la mía no me salga así’. Mi atención vuelve de nuevo a la conversación. Ciertamente la mayoría de adolescentes no son como son por casualidad o por caprichos del azar, sino que la influencia que reciben de los padres siempre es determinante. ¿Qué modelo tienen en casa? ¿Tienen a unos padres que les escuchan? ¿Tienen a unos padres con un estilo de relación respetuoso? ¿Tienen a unos padres que ignoran las necesidades afectivas de sus hijos? ¿Ven a unos padres resentidos con el mundo? Continuar leyendo «¿Qué esperabas?»