¿Sientes una mezcla de emociones?

¿Te has sorprendido alguna vez llorando y riendo a la vez? ¿Recuerdas haber sentido miedo y esperanza al mismo tiempo? ¿En algún momento de tu vida has sentido vergüenza y orgullo?

 Parecería que he hecho un listado de emociones contradictorias para marear a mi amable lector, pero no es así, no he hecho mas que describir la realidad tal cual es. Las emociones, querido lector, no son dicotómicas o categóricas en tanto a la experiencia de las mismas; es decir, que podemos estar tristes y abatidos por la muerte de una persona amada, pero a la vez podemos sonreír ante la visita de un buen amigo.

Las emociones son estados de activación física y psicológica que tienen una repercusión en lo que pensamos y hacemos pero que pueden coexistir de manera simultanea ya que representan dimensiones que se pueden dar en paralelo.

 ¿Pero por qué podemos sentir a la vez emociones tan contradictorias entre sí? Continuar leyendo «¿Sientes una mezcla de emociones?»

Carta para los nuevos psicólog@s

Hoy tenía previsto dar una charla en un acto de graduación para psicólogos en Madrid. Debido al parón general organizado en Catalunya como protesta a la violencia vivida el pasado domingo he tenido que anular mi asistencia, igual que a otros actos que tenia previsto.

Como me sabía fatal no asistir a este acto organizado por los propios alumnos con mucho esfuerzo y dedicación les propuse enviar un vídeo con mi charla. Pero lo cierto es que no he tenido ánimo y les he enviado esta carta para que la leyeran si lo tenían a bien.

Una parte de los organizadores han juzgado que querían eliminar un trozo de la carta que a su entender tenia contenido político. Como finalmente no van a leer la carta por estos motivos y  con permiso de mi interlocutora, me permito compartirla sabiendo que no hay nada de política en absoluto, pero sí de denuncia de la violencia, sea con quien sea…

En cualquier caso, futuros psicólogos, aquí están mis mejores consejos después de 20 años de experiencia a nivel internacional…

Lo siento pero no puedo. Lo he intentado, pero no puedo.

Hoy tenia que estar con vosotros compartiendo este momento, pero los acontecimientos ocurridos estos últimos días no me lo han permitido. Quizás éste sea un buen punto de partida para introducir uno de los aspectos más importantes, si no fundamentales, de un buen psicólogo: la sensibilidad.

La sensibilidad, la misma sensibilidad que me tiene con el corazón en un puño desde que viera tanta violencia indiscriminada el pasado domingo. La misma sensibilidad que me provoca una intensa mezcla de emociones que estoy intentando gestionar. La sensibilidad que me atenaza la garganta con un nudo, independientemente de que la terrible represión policial la hayan realizado en Cataluña o en cualquier comunidad autónoma del país en el que resido. Hubiera sentido exactamente lo mismo si los protagonistas de esa triste estampa hubierais sido vosotros, mis queridos amigos Madrileños.

Esa sensibilidad será vuestra mejor aliada a lo largo de vuestra carrera profesional, os hará grandes profesionales, capaces de detectar ese detalle y ese matiz que necesita una buena relación profesional. Por favor, nunca perdáis esa sensibilidad, llorad con vuestros clientes, sentid su misma tristeza y celebrad con ellos sus logros.

Implicaros con cada paciente. ¡Está sufriendo! Os necesita, necesita de vuestra ayuda y soporte, de vuestra implicación y compromiso, de vuestra empatía y vuestra compasión mucho más allá que la sesión de los jueves a las seis.

Cada vez que entras en una consulta o en una empresa, has de priorizar las necesidades del paciente o cliente en vez de las tuyas. Tu paciente ha depositado su confianza, sus expectativas y su esperanza en ti. Lo siento, ejercer de psicólogos no es una profesión apta para pusilánimes.

Sé que implicarse en cada caso tiene un elevado coste emocional para el profesional, pero no hacerlo lo tiene para el paciente. Cuidad de vosotros, recargar vuestra energía, gestionar la fatiga por compasión, esa terrible enfermedad profesional que nos acompañará a lo largo de nuestra carrera profesional. Pero no eludáis la responsabilidad que libremente habéis adquirido con el ejercicio de vuestra profesión.

Tenemos que descansar, que regenerarnos. Entregarnos y recuperarnos. Aquel que vive a medias, aquel que trabaja a medias, sólo será un profesional a medias. Vive y trabaja intensamente, pero prevé, de la misma manera, un momento y un espacio para regenerarte y gestionar las emociones con las que estás trabajando. Algunos psicólogos tan solo van a trabajar, otros son grandes profesionales felices y orgullosos de su trabajo.

Sé que es difícil, pero aquí os introduzco otro de los requisitos básicos de un buen psicólogo: la humildad. La humildad de saber reconocer que somos personas, no superhombres ni supermujeres y que a veces tenemos que dar un paso atrás o al lado para atender a lo que sentimos y pensamos, sin ignorar el mensaje que tiene que darnos esa sensibilidad tan necesaria e importante para el correcto desempeño de nuestra labor.

La humildad para reconocer que no lo sabemos todo y que no podemos parar de estudiar y de aprender. Destina un rato, cada día, para aprender. Cada año me compro diferentes manuales de psicología, a menudo los de la UNED y cada día voy consultando, repasando y actualizándome.

La humildad para no precipitarnos en nuestros juicios y diagnósticos, para no juzgar lo vivido, pensado o sentido por nuestros clientes, la humildad que nos va a impulsar a ganar en perspectiva, en cuestionarnos con actitud crítica lo que estamos viendo, la humildad, la misma humildad, que nos hará grandes profesionales al servicio de personas que están sufriendo.

No quiero alargarme mucho más, pero no querría acabar sin hablar de otro de los grandes pilares de un buen profesional: el rigor. Practica tu profesión con rigor, con el rigor que nace del más profundo de los respetos hacia la profesión y hacia el cliente. Vivimos en un mundo donde queremos tener notoriedad, donde nos vendemos por un minuto de gloria, donde somos capaces de decir cualquier tontería para poder acallar un ego fuera de control y, queridos, los psicólogos no estamos exentos. He escuchado a compañeros decir auténticas barbaridades en nombre de la psicología, tonterías sin sentido que acaban provocando que la gente menosprecie la gran labor que realizamos.

Medid vuestras palabras y recordad que la psicología es una ciencia y que, por poner un ejemplo, sabe que nuestro cerebro reside en un cuerpo, un cuerpo que interacciona con él y que por lo tanto lo determina. Cada vez que un psicólogo asegura que la mente lo puede todo, está incurriendo en un grave sesgo, contribuyendo a que las personas que han depositado en él su credibilidad y confianza, esgriman tal insensatez como justificante de cualquier cosa.

Rigor, queridos, rigor y autoexigencia con respeto a las aportaciones más rigurosas de la psicología.

Podría seguir, me gustaría seguir, pero me sabe mal tener a alguien leyendo esta carta durante mucho rato más.

Por favor, aceptad mis disculpas. Hace algunos meses, veía ilusionado cómo María transformaba su desencanto por no poder tener un acto de graduación en una acción positiva y constructiva como era organizarlo. Transformar la frustración en algo constructivo es digno de admiración ya que lo más fácil es quedarse instaurado en la queja y la ira.

Con ese espíritu constructivo y con una disculpa me gustaría desearos que tengáis una buena carrera profesional, que la ejerzáis a fondo y que podáis aprender de cada contratiempo o adversidad, para que algún día, en ese proceso de crecimiento profesional, cuando miréis atrás, podáis ver que de cada contratiempo aprendisteis una lección que os hizo más bellos y mejores personas.

Prometo compensaros. Cuando todo esto pase y esté más calmado, vendré encantado a Madrid a dar una charla para vosotros a cambio de unas porras con chocolate, eso sí!

Todo lo mejor!

Tomás

PAS, esas malas hierbas de la sociedad.

Hace algunas semanas que oigo y leo sobre las PAS: las Personas Altamente Sensibles. Hace algunos días una persona me envió un correo pidiéndome que dedicara un vídeo a hablar de las PAS y ese mismo día, por casualidad, leí una entrevista a una persona PAS.

He de confesar que he ido madurando el tema, poco a poco, sin encontrar el momento en el que sentarme a organizar todos los inputs que he ido recibiendo; pero esta mañana ha pasado algo, algo que le ha dado forma a la reflexión que he estado construyendo estos días.

Permíteme que me aleje un poco del tema para ponerte en contexto. Esta mañana he dado un paseo por unos prados que tengo cerca de casa, acompañado de mi pareja y de mis perros. Era una mañana magnífica, soleada, clara y con una temperatura muy agradable. Durante el paseo hemos ido charlando de temas varios, jugando con los perros y disfrutando del paisaje.

Andar es bueno para el corazón y también para el alma. Deberíamos poder tener tiempo para dar un paseo diario, ya que mientras andamos, también nos relajamos, sentimos y pensamos. Y eso justamente es lo que me ha pasado, que he sentido y he pensado.

En un campo sembrado por algún cereal, luchaban por hacerse un hueco bellas flores silvestres de color lila, amarillo y rojo. Amapolas y otras malas hierbas a priori… Sí, malas hierbas ya que no son productivas, afectan negativamente a los cultivos y contaminan la recolección de la cosecha.

Malas hierbas, malísimas, hierbajos a eliminar de la faz de la tierra por el mero hecho de que no son productivos… Pero ¿Malas hierbas para quien? Yo solo he visto unas flores preciosas que luchaban por sobrevivir en un hábitat invadido por el ser humano.

Y de repente me he visto pensando en las PAS. Para mí las PAS no tienen ningún problema, al contrario, más tendrían que haber. Algunos estudios apuntan a que un 20% de la población es PAS y la verdad es que pocas me parecen. Después de leer una descripción de una persona PAS me he dado cuenta de que yo encajo perfectamente en ese perfil…

¡Pero yo no me considero un PAS! Yo me considero una persona absolutamente normal o excepcional -según como quieras mirarlo- que no debería tener el más mínimo problema por ser como es.

Sin embargo, lo cierto es que esta sociedad artificial, hiperproductiva, insensible y acelerada penaliza a las personas sensibles. Sí, a aquellas personas que piensan, que analizan, que sienten, que perciben lo que ocurre a su alrededor y que tienen un criterio y un sistema de valores que no quieren perder. A mí me gusta mirar a los ojos de la gente… y de los animales… Cuando miro a los ojos veo a un alma y todo lo que tiene que decirme. Sufro cuando veo a un niño sufrir, me duele el dolor de las personas que tengo cerca, me enfado con las injusticias y pierdo el sueño por culpa de una cabeza que no para de pensar.

Me entristezco, me enfado, tengo miedo y siento asco y rechazo… Pero lo mejor de todo es que no ignoro esas emociones, esos mensajes que las personas que tengo cerca, la sociedad y mi cuerpo tienen que decirme. No niego lo que siento, no me distraigo, no le doy las culpas a otros y asumo mi parte de responsabilidad -y a veces las responsabilidades de otras personas-.

Yo -y los PAS- no tendríamos que ser los raros, ni estar penalizados. Tendríamos que ser los normales, lo más frecuente y quizás así, esta sociedad podría volverse más humana, más sensible, más empática, más prosocial y más compasiva. Los PAS no miramos a otro lado, no nos distraemos con caprichos, no ignoramos lo que sucede a nuestro alrededor, no nos autoengañamos ni mucho menos engañamos a la gente que nos rodea.

Los PAS no somos hipersensibles, solo somos sensibles, humanos y compasivos. Tenemos valores, asumimos nuestras responsabilidades y somos coherentes. Los PAS no somos unos blandengues, ni tan solo somos lentos. No nos precipitamos en nuestras valoraciones, exploramos en vez de enjuiciar, compartimos en vez de competir, cooperamos incluso a sabiendas de que no nos va bien y de que no vamos a sacar nada a cambio. Los PAS no somos obsesivos, pero no podemos parar de pensar en aquello que nos afecta como personas y como comunidad. Nuestra responsabilidad e implicación nos roba el sueño y nos impide dibujar una sonrisa, a veces.

Yo creo que las PAS no son ningún problema, al revés, el problema es que hay pocos PAS y demasiados PAI (Personas Altamente Insensibles), personas que viven sumidos en un egocentrismo que les aísla de todo lo que les rodea, personas que compiten por tener lo mejor, ser los mejores y tener más que el vecino a cualquier precio, sea utilizando la violencia, las trampas, estafando, engañando o robando.

Tenemos demasiados PAI, personas desconectadas de otras personas que buscan la distracción y el ruido para no tener que pensar, personas que se autoengañan una y mil veces al día, que bajan la mirada para no tener que mover un dedo por nadie y que son incapaces de contribuir a la sociedad a no ser que tengan una suculenta recompensa a cambio. Abundan las personas que no tienen amistades, sino contactos a los que explotar. Personas sumidas en su propia ambición capaces de arrasar con todo lo que se le ponga por delante… Personas, en definitiva, desnaturalizadas, capaces de ignorar el sufrimiento humano, incapaces de cooperar por el bien común, orientadas, nada más al enriquecimiento personal sea económico, social, emocional o en cualquier de sus formas más egoístas.

¿Acaso las PAS no son como esas amapolas en medio de un campo de trigo, que les da belleza pero que el agricultor no quiere ni ver? ¿Acaso las PAS no son esas malas hierbas que no han cometido ningún pecado mas que demostrar que otro modelo de vida es posible? ¿Acaso las PAS no son más que incómodas malas hierbas para la sociedad?

Desde aquí reivindico la eliminación de la etiqueta de persona altamente sensible y la creación de una etiqueta descriptiva de Persona altamente insensible deseando que llegue a tener un público anecdótico de no más del 5% de la población.

Mientras estoy revisando este artículo acaba de llegar mi hija con un ramo de flores silvestres, de esas malas hierbas que crecen en medio de los campos de cultivo. He colgado la foto del bello ramo en mis redes sociales (@tomasnavarropsi): la belleza de las flores silvestres de montaña está infravalorada…

  • Papi un regalito. ¿Sabes qué? Hemos visto un gatito tumbado en el suelo. mami dice que está muerto pero yo creo que no, ¿vamos a verlo?
  • No cariño estaba muerto, parecía atropellado, pobrecito… añadió mi mujer.
  • ¿Papi podemos ir a verlo a ver si podemos salvarlo?

¿Acaso mi hija será una persona normal? ¿O una PAS? No lo sé, pero lo que sí que sé es que haré todo lo posible para que no sea una PAI…

Buenos dias, tristeza

Menuda campaña de hostigación, acoso y derribo que se ha organizado contra la tristeza. La tristeza no es mala… ¡Ni mucho menos! La tristeza es una emoción básica que necesitamos para poder vivir felices. Sí, has leído bien.

Hace algunos días realicé un viaje de 600 kilómetros por carretera junto al resto de mi familia. Durante el camino nos encontramos con unas personas queridas y aprovechamos para comer juntos. Al acabar la comida y volver a la furgoneta, mi hija me dijo algo que me dejó muy triste.

 -‘Papá, tú no te has dado cuenta, pero cuando has estado con nuestros amigos has estado más alegre y divertido y me gustaría que lo siguieras estando ahora que ya no están’.

Pues sí. Me puse triste. Muy triste. Los siguientes kilómetros transcurrieron en un silencio triste solo maquillado por un poco de música. Poco a poco Morfeo se apoderó de mi hija y de mi mujer, por lo que recorrí prácticamente 100 kms en silencio, pensando, triste… Continuar leyendo «Buenos dias, tristeza»

Enfádate

109. enfadateRecoge toda la ira que acumulas y enfádate. Enfadarse no es malo, ni mucho menos. La ira es una de las seis emociones básicas que nos permiten seguir vivos. ¿Quién ha dicho que la ira es mala? ¿Quién ha dicho que enfadarse es malo? No todos los enfados son malos

Recoge todas las frustraciones que sufres cada día, sí todas, no te dejes ninguna y enfádate. ¿No estás harta de tanta frustración? Pues haz algo con ella, enfádate, enfádate mucho. Enfádate con la vida, con la frustración y con las personas que te frustran, a pesar de que seas tú misma.

Recoge todas las milongas, fábulas y cuentos que te hicieron creer y enfádate, enfádate con razón. ¡Pero si no son reales! ¿Cómo no vas a enfadarte? Te han tomado el pelo, nos han tomado el pelo, nos han hecho creer una película… una película que no es más que mera fantasía. Continuar leyendo «Enfádate»

Prohibido hablar de política

politicaCreo que tendríamos que dejar de hablar de política para empezar a hablar de deseos. Yo de política no sé nada, pero de deseos sí. Observo a mi alrededor, como el privilegiado testimonio y protagonista de este momento histórico que soy.

Algo más de 4 millones de personas han expresado sus deseos. Algo más de un millón no. Unos desean la independencia, otros no y como humildes y predecibles mortales, somos capaces de distorsionar la realidad hasta hacerla coincidir con nuestros deseos. Bueno todos no, saber ver la realidad libre de contaminación subjetiva requiere de un ejercicio de madurez y de fortaleza emocional. De hecho la diferencia entre un fracaso o un éxito, radica, en numerosas ocasiones, en la gestión del deseo.

También puedo hablar de emociones. Te puedo explicar que un estado emocionalmente intenso provoca que nuestra razón desaparezca y que la impulsividad, la excitación y la vehemencia tomen el control de nuestra mente. Sí, exactamente igual que has podido ver en la película ‘Del revés’ de Disney. El miedo, la ira, la tristeza o el asco son malos consejeros cuando se sienten fuertes y toman el mando de nuestro centro de control. La emoción es rápida, pero poco precisa. Apenas un cuarto de segundo después llega la cognición para gestionar la emoción y dar una respuesta apropiada… Pero en algunos casos, preferimos seguir embriagados por el trance del secuestro emocional y renunciamos a nuestro más preciado tesoro… La capacidad para pensar, razonar y analizar. Continuar leyendo «Prohibido hablar de política»

Una patada a la dignidad

dignidadYo no sé lo que es una guerra… Espero no saberlo nunca. Mi contacto más cercano con el engendro bélico lo tuve mientras hacía el servicio militar. A pesar de que presté mis servicios como psicólogo, las pocas semanas de instrucción que realicé fueron suficientes para darme cuenta de la capacidad para infundir terror que tienen las armas y las personas que las empuñan.

También tuve contacto con militares que habían prestado servicio en Bosnia y pude conocer las terribles historias que vivieron y las secuelas psicológicas que padecieron. Hasta aquí mi obligado periplo militar.

No puedo sentir lo que siente una familia que tiene que dejarlo todo y huir a otro país. Pero ayer, después de ver las impactantes imágenes de una periodista dando patadas a los refugiados, reflexionaba mientras volvía a casa. Continuar leyendo «Una patada a la dignidad»

Máquinas de comprar (falsas y efímeras) emociones

38. maquinas de comprarSomos máquinas de comprar, nos están presionando continuamente para comprar. No te creas que hablo de una teoría conspiranóica, tan solo reflejo la realidad más palpable.

Hace algunos días comí en Barcelona con la única compañía de una televisión. No tenía especial interés en verla, pero era tan grande y tenía unos altavoces tan potentes que no podía hacer otra cosa que mirarla, seducido e hipnotizado. Lo que tiene el slow food es que es lento, lo que me permitió ver muchos anuncios y algo de contenido entre los anuncios. Pero que interesante que me resultó, no os lo podéis ni imaginar.

Si estás bajo de autoestima, de moral o de ánimo hay varios productos que te van a ayudar a subirla. Tan solo tienes que comprarlos. Si necesitas marcar un estatus también. No tienes más que comprarte algunos productos que den fe de tu poder. Si quieres ser un padre guay, pues también, pasas la visa y ya está. Si tienes problemas de identidad aspiracional, pues nada, hay infinitud de productos que te ayudarán. Pero es que incluso, si quieres parecer más listo que los demás por que eres capaz de comprar más barato, también tienes varias alternativas a tu alcance… Vamos, que necesites lo que necesites –y no estoy hablando de productos de consumo- puedes comprarlo.

¿Qué compramos? ¿Cómo compramos? Continuar leyendo «Máquinas de comprar (falsas y efímeras) emociones»

Mandela, Obama y los lazos que unen el espíritu humano

mandelaEn ocasiones me sorprendo a mi mismo fantaseando o imaginando una escena con todo lujo de detalles, como si la estuviera viviendo en realidad. Hoy, mientras preparaba una charla sobre liderazgo, me ha sorprendido una de estas escenas. En mi particular homenaje a Mandela, me estaba documentando e inspirando en algunos de los discursos pronunciados durante su funeral para usarlos en la ponencia.

Después de leer el discurso de Obama la imaginación ha tomado el control de mi mente y me he visto sentado junto al presidente Obama en el vuelo de retorno a Washington. De hecho, como imagen onírica que se trataba, no puedo discernir si estaba sentado a su lado como un observador invisible o si estaba dentro de su mente. En cualquier caso tenía la capacidad de poder ver y oír lo que pensaba el presidente.

En mi imagen podía ver a Obama recostado en su asiento, con la cabeza apoyada en su mano derecha, ligeramente inclinada y lo ojos cerrados. No dormía, reflexionaba. La cabeza de Obama estaba repleta de palabras e imágenes. El funeral le había provocado un torrente de emociones, pensamientos y reflexiones que intentaba analizar.

Ubuntu. El sentimiento que nos invade cuando nos sentimos unidos a otra u otras personas; cuando sentimos los lazos que unen el espíritu humano. Ubuntu. Resonaba en su mente, una y otra vez. El líder capaz de sentir el Ubuntu de las personas que le rodean, será el líder capaz de liderar el cambio. Mandela fue capaz de sentir lo mismo que las personas a las que lideraba, fue capaz de percibir sus necesidades, involucrarlas en un objetivo y hacerlas protagonistas del cambio. Continuar leyendo «Mandela, Obama y los lazos que unen el espíritu humano»