Siempre comparándonos, ¡Pero que pesados que somos! Desde pequeños tenemos que oír una y otra vez las dichosas comparaciones con nuestros hermanos, primos, vecinos e incluso con absolutos desconocidos. En un momento en el que somos tan permeables como es la infancia, interiorizamos todas estas comparaciones y basamos nuestra autoestima en el resultado que obtenemos de ellas de tal manera que seguimos comparándonos cuando somos mayores.
Una de las peores cosas que podemos hacer con nuestros hijos es inculcarle la idea de que tienen que ser mejor que alguien. Sin darnos cuenta, nos pasamos el día haciendo comparaciones de nuestros hijos.
De esta manera, estamos fomentando emociones negativas, baja autoestima, resentimiento, envidia y odio que tendrá que ser compensado por otros mecanismos cuando nuestros hijos crezcan.
En este vídeo te animo a que desarrolles la autoestima de tus hijos basada en la aceptación de la idiosincrasia de cada uno y que te centres en desarrollar sus talentos y virtudes en vez de querer que sea igual que otros niños cercanos que solemos utilizar como referencia.
Sin duda, esta manera de configurar nuestra autoestima cuando somos pequeños nos pone en una situación de fragilidad emocional. En este video te propongo una manera diferente de formar tu autoconcepto.