Cuando miras el correo antes de ir a dormir te estás condenando a pasar una mala noche. Siempre hay alguien, como por ejemplo tu jefe, un compañero de trabajo, un cliente o incluso un proveedor, que mira el correo antes de ir a dormir; y cuando lo mira descubre una urgencia terrible, una incipiente premonición apocalíptica o una patata caliente a punto de explotar.
Claro, ante tal magna desgracia, entra en estado de pánico y pierde completamente la noción del tiempo y del decoro, por lo que decide empezar a enviar mensajes como un poseído a diestro y siniestro. Además a todos y cada uno de sus mensajes les adjunta una buena dosis de ansiedad, pánico y desesperanza; por lo que entran en nuestra bandeja de entrada con una urgencia inimaginable.Llegado este punto, decidimos abrir la misiva ígnea y sin darnos cuenta penetra en lo más profundo de nuestro ser, secándonos el alma y robándonos el aliento. Nuestro sistema nervioso se activa y se prepara para la guerra, para un tsunami en forma de trabajo, para defenderse de una estampida de Ñus o para cruzar el desierto del Sahara a pie y sin agua.
Ante tal premonición, ante tal tragedia apocalíptica, nuestros músculos se tensan, nuestro sistema digestivo se bloquea y una bomba de cortisol y adrenalina toma el control de nuestro cuerpo con el objetivo de activarnos, agudizar nuestros sentidos y prepararnos para acometer con garantías de éxito la gesta épica que nos anuncia la epístola de tan desconsolado remitente.
Lógicamente nada podemos hacer para solucionar el problema hasta que no lleguemos al despacho, el lugar donde almacenamos datos, libros, documentos y toda suerte de parapetos debidamente organizados para defendernos de este tipo de empaques. Así que, al no poder hacer nada, decidimos dar vueltas por el comedor como alma en pena, hasta que desesperados y temerosos, intentamos meternos en la cama.
Ciertamente, con este panorama es muy poco probable que tengamos un sueño tranquilo y reparador, por lo que al día siguiente, el día D, el día reservado para librar la batalla contra tal temible monstruo, estaremos más cansados, más lentos, menos creativos y menos capaces.
Querido, querida, no mires el correo antes de ir al dormir. Intenta leer algo ligero, charlar amigablemente con tu pareja, darte un baño o meditar en posición horizontal. Insisto, no mires el correo antes de ir a dormir, si lo que quieres es tener un sueño reparador y de calidad. Tampoco lo mires de camino al trabajo si no quieres empezar el día angustiado.
Gracias a la tecnología podemos controlar tantas cosas como podemos descontrolarnos por cualquier cosa. Intenta que la tecnología sea una herramienta al servicio de tu bienestar en vez de un grillete que te esclaviza y te aísla de la vida.