Muchas personas están sufriendo estrés postraumático como consecuencia de haberse visto expuestas a una situación traumática, dolorosa o violenta.
El estrés postraumático es un amargo compañero que te abraza y te condiciona lo que sientes, piensas y haces. Esa mirada triste, el silencio, la cabeza baja, las ganas de no hacer nada, la mente dispersa y ese desasosiego…
El miedo se entremezcla con imágenes vividas, la ansiedad tiñe de oscuro los recuerdos que vienen sin pedir permiso, en cualquier momento, distrayéndote de lo que estás haciendo. Te sorprendes mirando al techo, dejas de jugar con tus hijos, te acuestas y eres incapaz de cerrar los ojos, comes como un autómata y eres incapaz de concentrarte en el trabajo.
De repente el corazón se te acelera, los ojos se empañan en lagrimas y te llevas la mano a la cabeza con un gesto de dolor. Resulta curioso que la mano vaya a la frente o a la cara cuando lo que nos duele es el alma.
Personas que han perdido la ilusión y tienen un sentimiento negativo y de inseguridad. Personas que tienen que luchar contra la incertidumbre. Mujeres y hombres que tienen que volver a poner en orden su visión del mundo, personas que tienen que gestionar el dolor y la ira para evitar que se cronifiquen en forma de odio y rabia…
Personas, todas ellas, que tienen que esforzarse por no caer en la tristeza y la desilusión, que han perdido el interés y que tienen serias dificultades para recuperar la calma, sentirse relajados y volver a sonreír.
Personas que pasan la mayor parte del día irritables o desconectados, ausentes, que se sobresaltan ante el menor ruido real o imaginado y que temen volver a sentir el intenso miedo que han sufrido.
Queridos lectores, hasta aquí no he hecho nada más que compartir con vosotros los principales síntomas del estrés postraumático con el objetivo de que veáis que no os pasa nada raro. Desaparecerán, sin duda, ahora te cuesta de creer, pero desaparecerán con una correcta gestión.
Quizás tú no lo has vivido, pero no por ello dejes de leer atentamente lo que he escrito ya que así te podrás hacer una ligera idea de lo que están viviendo y sintiendo las personas que se han visto expuestas a una situación traumática de violencia y agresividad y si haces el esfuerzo de entenderlas, entonces podrás ayudarlas.
Sé que a veces preferimos no entender nada, es más cómodo, más frívolo. Cuando entiendes lo que puede estar sintiendo una persona corres el riesgo de sentirlo tú mismo, riesgo que solo pueden asumir personas maduras, valientes que todavía no han perdido su humanidad…
Queridos amigos que estáis sufriendo ese terrible estrés postraumático, no temáis, lo que habéis vivido os hará más fuertes y más bellos. Tened un poco de paciencia, un proceso de duelo requiere de tiempo. Cuando vuelvas a sentirte mal no te precipites en tus conclusiones. No es una recaída, tan solo es un pequeño paso atrás para coger impulso.
Da salida a tus emociones. Habla. Comparte. Exprésate. Elabora lo vivido y no te quedes con un recuerdo vago construido a duras penas bajo el influjo de una emoción intensa que ha secuestrado todos tus sentidos.
Regenérate porque la guerra contra la adversidad no se gana en una única batalla. Crea oportunidades para experimentar emociones positivas ya que te van a permitir regenerarte y recuperar la perspectiva que tanto necesitas.
Cultiva el optimismo. No te confundas: una actitud optimista no tiene nada que ver con una actitud ilusa. Una persona ilusa cree que todo se solucionará por arte de magia, mientras que una persona optimista sabe que puede ser parte de la solución del problema y que es capaz de dar respuesta a las adversidades que vaya sufriendo.
Si hay personas que dependen de ti, transmite serenidad y tranquilidad. Estás trabajando en la solución de la adversidad, lo cual posiblemente requiere un tiempo. Además, no olvides que tus hijos, por ejemplo, ni tienen toda la información que tú tienes, ni saben lo que te pasa por la cabeza, ni pueden predecir lo que ocurrirá; así que para gestionar su ansiedad, lo mejor es que tengan algo de información y que te vean serena, trabajando para solucionarlo.
Analiza tu dialogo interno ya que es posible que no te esté inspirando confianza. ¿Qué te dices a ti mismo? ¿Cómo estás viendo la adversidad? No existe ninguna razón por la que no puedas ser capaz de afrontar la adversidad, pero hasta que tú no te lo creas y no lo asumas, es posible que no puedas con ella.
No huyas. La adversidad siempre estará ahí, esperándote, reclamando tu atención, pidiéndote que la gestiones; hasta que no te ocupes de ella no desaparecerá. Creemos que el tiempo lo cura todo y nos imaginamos que en algún momento por arte de magia nuestros problemas se solucionarán. Puedes creerlo, sin duda, pero mi mejor consejo es que entretanto que no ocurra el milagro, te ocupes activamente de solucionar la adversidad.
No te aísles. Ante un problema solemos aislarnos por lo que perdemos la tan necesaria perspectiva… Habla con tus amigos y personas de confianza, ellos te podrán facilitar un nuevo punto de vista que expandirá tus horizontes. La adversidad es una pesada carga que se lleva mejor en compañía.
No caigas en la impotencia. A veces creemos que no podemos hacer nada y nos olvidamos de que siempre hay un camino, siempre. Cuando caemos en la impotencia nuestra razón se nubla, nos cuesta más pensar creativamente y las posibles soluciones con las que podríamos contar se ven reducidas a una única alternativa, la huida.
Una adversidad supone un cambio momentáneo de tu realidad, a veces incluso, supone un cambio permanente. Acéptalo y dedícate a conocer el nuevo marco, la nueva realidad en la que te encuentras. Busca información, consejos, ayuda de un profesional… Pero actualiza tu marco de referencia vital. No sirve de nada mantener las convicciones del pasado si la realidad es otra.
Asume que estás frente a un reto y que tienes que tratarlo como tal. Si eres capaz de transformar un problema en un desafío estarás activando toda tu fortaleza emocional y la estarás poniendo al servicio de tus necesidades. Un reto siempre es algo positivo y estimulante, mientras que un problema es algo negativo que induce al bloqueo.
Queridos, cuando te han roto a base de golpes, tenemos que ser capaces de recoger los pedazos, limpios de emociones tóxicas y volver a unirlos. No escondas tus cicatrices. No te avergüences de ellas ya que ellas son la mejor muestra de que has vivido intensamente y en coherencia con tus valores.
Hola Tomas,como siempre me ha encantado lo que escribes, se nota que hablas desde el corazón y desde el saber de tus estudios, muchas gracias, por tus escritos y tus consejos, ayudan y acompañan mucho, gracias, buen día. saludos.
________________________________
Muchas gracias a sido muy gratificante
Gracias
Qué importante comprender, empatizar y no dejar de insistir ayudando y siendo resolutivo, pragmático. Gracias, por certezas que son útiles; por normalizar en lo humano… gracias en nombre de much@s.