Hace poco una persona me dijo que correr era bueno para olvidar. Le entiendo perfectamente. Conozco a la perfección esa dulce sensación donde de repente te has olvidado de todo. Cuando corres llega un momento donde tu mente se desconecta y solo escuchas tu respiración, el mundo desaparece de tu vista y entras en un estado de trance en el que solo estás tú y tus pies marcando un rítmico compás.
Disfruto, prácticamente a diario, de la dulce sensación de sentir el cuerpo y la mente vacía, sin preocupaciones, sin problemas, sin nada, completamente sólo, acompañado únicamente de mi respiración, el latir de mi corazón y los sonidos del bosque.
Entiendo que muchos runners corran para olvidar. Conozco el efecto de las endorfinas en mi cuerpo. Disfruto de la sensación de paz, sosiego y relax producida por una liberación de la preciada hormona del placer. Pero también es cierto que muchos de mis momentos más creativos o lúcidos los he tenido mientras corría, esquiaba o pedaleaba por las montañas. No en pocas ocasiones salgo a hacer ejercicio para inspirarme y cuando tengo este objetivo, créeme, voy con una libreta o con el iPad encima.
Cuando corro, ando, esquío, pedaleo o nado me gusta desconectar para poder volver a conectarme con más clarividencia y con más lucidez. Las hormonas que liberamos al correr provocan una vasodilatación que facilita el transporte de oxígeno y glucosa a nuestro cuerpo, cerebro incluido. ¿Sabes lo que le pasa a nuestro cerebro cuando tiene glucosa y oxígeno? ¡Pues que funciona a pleno rendimiento! ¿No crees que lo podríamos aprovechar?
Corre. Sigue corriendo. Eres fuerte y tenaz. Pero no trates de olvidar los problemas. Aprovecha para crear. Busca el equilibrio y aprovecha para ganar perspectiva y adoptar un nuevo punto de vista sobre tus problemas. Corre, pero no para huir, sino para afrontarte expeditivamente a tus problemas. Busca la vida que deseas corriendo.
Querido amigo corre para equilibrarte, corre para sanearte, corre para disfrutar y corre para inspirarte… Pero no corras para olvidar. Si corres posiblemente seas una persona valiente, activa, persistente y con capacidad de sacrificio… Y aquí esta el error. No te sacrifiques. No aguantes, no te desconectes, porque los problemas también saben correr. Los problemas son pacientes. Los problemas te están pidiendo que los gestiones, no que los olvides.
Sigue corriendo pero cambia el espíritu de sacrificio que todo lo aguanta por una acertada valoración de las batallas donde debes estar. No pretendas estar más fuerte para aguantar más, gana en fortaleza física y en fortaleza emocional para poder ir más rápido o más lejos, pero no para poder sufrir más.
A menudo cambio mi trote en el bello Pirineo por una suave sesión en la ciudad en la que me encuentro dando una charla o un curso. Suelo ir a correr a lugares frecuentados por runners y nunca dejo de sorprenderme al ver pocas caras de felicidad e inspiración. Deja de sufrir para empezar a vivir, para empezar a disfrutar.
Corre con una sonrisa, con la sonrisa de quien sabe que esta disfrutando y que esta pensando en positivo, inspirado y constructivo.
Querido, querida. Continua corriendo. Si quieres incluso podemos correr juntos algún día. Pero mientras corres no desconectes tu cerebro, aprovecha para conectarte con la vida que deseas tener. En unas semanas estaré en el Training Camp que organiza la prestigiosa carrera de montaña Transvulcania en La Palma impartiendo diferentes charlas y, como no, corriendo por las bellas montañas de la isla bonita. Mi mensaje para los runners esta claro: aquel que disfruta corriendo es capaz de cruzar la línea de meta de una gran carrera. De la misma manera, aquel que es capaz de luchar por definir y alcanzar la vida que quiere vivir, es capaz de ser feliz.
Deja de correr en círculos para empezar a correr hacia adelante.